29 de noviembre de 2011 - una mañana de silencio

Anoche soñé con Gustavo.
Tenía los ojos abiertos, y reía, y volvía a cantar.
Estaba sentado en la mesa de un bar muy bonito, en un barrio muy fino de la ciudad.
¿Ya te despertaste?, le preguntaba yo.
Y él sin entender mi pregunta se pedía un café y se dejaba admirar.

Idea

No soy hecha
dentro de entrañas
ni en sangre
ni de pus
ni con células.

Soy hecha
dentro de una Mente
que al pensarme me da vida
desde siempre
para siempre.

Soy una idea
infinita y perfecta
y por eso no enfermo
ni me muero
ni me voy.
Cuando me muera quiero
mirar al cielo
bien arriba y bien afuera,
o sea
bien abajo y bien adentro
y decir
Gracias
por todo lo que implicó este viaje.
A mis pies corre un río
transparente
y opaco
de a rachas.
Caudaloso.
Sinuoso.
Peligroso.
Y seguro.

Toco el agua con la puntita de mis dedos
y lo siento helado
y de tan helado tibio.
Y hace cosquillas
y molesta.

Pasan peces
en el fluir sin pausa
pasan hojas.
Se refleja el sol en lengüitas blancas.
Se ve el fondo
por momentos
y por momentos
se adivina.

El agua se empuja a ella misma
se abre camino
asiente y sigue,
con un gemido libre
soberbio
e inevitable.

A mis pies corre un río
sin remedio
y sin excusas,
nace justo en la frontera de mi cuerpo
contrastando con lo quieto
de mis piernas bien plantadas.
Y la corriente me llama
me asusta
y me prueba.

A mis pies corre un río
gigante
y desconocido.



¿Me sumerjo?

Hablemos

De cómo la belleza se parece a la locura.

De cómo quebrar algo se parece tanto a amarlo.

De cómo todo lo que vemos, tocamos o escuchamos no es una verdad sino una convención.

De cómo en realidad no puede explicarse con palabras cualquier cosa que sea que nos erice la piel.

De cómo morimos, siempre, solos, por más que alguien nos mire y nos apriete las manos.

De cómo uno se construye solito cada una de sus cárceles, cada una de sus mordazas.

De cómo según Juarroz pensar en alguien se parece a salvarlo.

De cómo tener algo es lo mismo que perderlo.

De cómo el ser humano no es feliz porque no es lo que desea en realidad.

Hablemos.

La cabeza contra la pared, toma 327

No esperes nunca nada de la gente. Porque la gente da hasta donde tiene, recibe hasta donde puede , y devuelve hasta donde le sale.

Podría ser París

Volvamos a encontrarnos. En varias decenas de años. Cuando nuestra energía sea sólo para mirar atrás nuestro pasar como a un museo. Volvamos a encontrarnos en una ciudad que sea en partes iguales melancólica, fría, honesta y profunda. (Podría ser París.) Compartamos una copa de vino negro. Tengamos sobre los hombros varios ex maridos y ex mujeres, varios concubinatos y matrimonios y desamores, varios hijos y tal vez nietos. Estemos sólo para ver los frutos de todo aquello que tuvimos y que hicimos. Volvamos a encontrarnos para repasar lo que recorrimos, juntos, y separados. Para pensar en lo que fuimos y en lo que podríamos haber sido, si hubiéramos sido más valientes. Podríamos entonces desear volver a tener otra vida entera, para haber tomado otras decisiones y no haber sido tan arrogantes con el tiempo y el destino. Podríamos desear habernos mirado más a los ojos y menos al espejo. Podríamos tragarnos el arrepentimiento para profesar resignación, detrás del orgullo; y nunca jamás enterarnos de lo que le pasa por las costillas al otro
Volvamos a encontrarnos. En varias decenas de años. A ver si entonces entendemos lo mal que estamos haciendo.
Siempre vamos a querer estar juntos
pero nunca vamos a poder,
me dijiste.
Aunque yo pensé:
Siempre vamos a poder estar juntos
pero nunca vamos a querer.

Y así estamos todavía:
retorciendo las palabras
a ver si nos entendemos.
Buscándonos sin querer encontrarnos
y encontrándonos sin habernos buscado.