A mis pies corre un río
transparente
y opaco
de a rachas.
Caudaloso.
Sinuoso.
Peligroso.
Y seguro.

Toco el agua con la puntita de mis dedos
y lo siento helado
y de tan helado tibio.
Y hace cosquillas
y molesta.

Pasan peces
en el fluir sin pausa
pasan hojas.
Se refleja el sol en lengüitas blancas.
Se ve el fondo
por momentos
y por momentos
se adivina.

El agua se empuja a ella misma
se abre camino
asiente y sigue,
con un gemido libre
soberbio
e inevitable.

A mis pies corre un río
sin remedio
y sin excusas,
nace justo en la frontera de mi cuerpo
contrastando con lo quieto
de mis piernas bien plantadas.
Y la corriente me llama
me asusta
y me prueba.

A mis pies corre un río
gigante
y desconocido.



¿Me sumerjo?

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