Seca



Verles la cara por última vez

a los hijos que no voy a engendrar.

Respirar por última vez el aire que sube desde la bahía,

de un mar que nunca voy a ver.

Hablarles a esas millones de caras a quienes nunca me animé a hablar,

a quienes ya no hablaré.

Filmar esa película sublime que nunca imaginé,

y ya no llegaré a imaginar.

Besar otra vez esos labios

que nunca voy a volver a besar.

Animarme a bailar,

saltar,

correr,

tirarme al agua y dar vueltas en el aire,

caminar con las manos patas para arriba.

Hacer algo que haga que alguien diga mirá qué bueno lo que hace.

Hacer las cosas que este cuerpo ya no quiere que haga

ahora que solo siento mi cintura,

mis pechos arrancados,

mis hombros

y mi cara.

Y el resto de mi cuerpo está tan fuera de mi cuerpo

como el aire que ni siquiera me toca.

Ahora solo escucho el embudo artificial

que junto a mi cama, respira por mis pulmones.

Y mis pulmones están tan lejos de mí

como los dedos gordo de mis pies.

Ahora mi paisaje es una fábrica

de estructuras tubulares que me inyectan minutos de regalo en la sangre,

y que gritan en mis oídos su lentitud.

Y el resto de mi sangre está tan muerta como yo,

que espero paciente el minuto sagrado

en que mi alma abandone mi carne

que ya abandonó a mi alma hace tiempo.

Voy a vivir por última vez

la vida que nunca podré vivir.

Y voy a morir

por fin

seca.

(2009)

(foto Corbis)

No hay comentarios:

Publicar un comentario